“El amor siempre vence al odio” – El “íntimo” discurso inaugural del presidente José Raúl Mulino
Por: Maritza Arango
Consultora e Intérprete de Conferencias Trilingüe.
El discurso inaugural del Presidente José Raúl Mulino, preciosamente estructurado y elocuente, resonaba en mis sufridos oídos como una bendición, casi la respuesta a una oración. Y digo “sufridos” por los largos 10 años que han transcurrido escuchando discursos presidenciales vacíos, cargados de mentiras, mediocridades y odio. Escucharlo fue como una conversación casi “íntima” con cada uno de nosotros, como si nos hablara al oído, y como si él conociera el detalle de cada una de las miserias y tragedias que a muchos nos ha tocado vivir en la última década.
El “estadista” le habló también al oído al Rey de España, el “presidente aguerrido defensor de su pueblo” le habló al oído a los delegados de países vecinos y a las organizaciones internacionales que nos han perseguido con imposiciones y persecuciones, mancillando nuestra reputación y arruinando tantas vidas; cada ciudadano oprimido de este país escuchó su propio nombre en ese discurso; cada desempleado, cada enfermo sin esperanza, cada estudiante sin recursos para avanzar en la vida, cada funcionario, cada jubilado y cada comerciante arruinado.
Mulino nos recordó con humildad su participación y experiencia en gobiernos anteriores; y también dejó claro que sabe ser un verdadero amigo.
No le tembló la voz para señalar la “pesada herencia” y la “impotencia e indignación” que nos dejan las actuaciones del gobierno saliente; así, dejó claras sus intenciones de pasarles la cuenta para que paguen por lo que se han llevado, cosa que nos reconforta.
El optimismo que susurró en nuestros oídos se escuchó en cada rincón del país, en todos los sectores de la sociedad y en cada hogar.
Cuando habló de prosperidad para todos señaló sabiamente que “eso no significa acabar con la riqueza, sino combatir la pobreza” reconfortado así tanto al sector empresarial como a los trabajadores, a quienes promete mejorar su calidad de vida.
Prometió además, avanzar con pasos firmes en el desarrollo de soluciones imperativas que los demás gobiernos han dejado a un lado por falta de voluntad política.
“Adversarios versus enemigos”
Esta es probablemente la mayor reflexión que nos deja el discurso al señalar cómo los adversarios pasaron a ser enemigos, y la judicialización del Estado arrastró a su paso gremios, familias, organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación, empresarios, asalariados, y contaminó con odio el uso del poder, que junto con la persecución política llevó a la paralización de la economía, acabando así con la calidad de vida de muchos panameños.
A este respecto, considero que la reforma integral del Estado que el presidente propone es esencial e inminente, no vaya a ser que su propia gente caiga en violaciones y abusos respaldados por las leyes existentes. Sólo hay que ver el caso reciente de un diputado que no pudo donar al hospital oncológico, el infame subsidio electoral que recibió.
“No voy a permitir que nadie manche el nombre de mi gobierno ni el mío propio” afirmó. Nosotros esperamos, Señor Presidente, que esto se cumpla independientemente de que se trate de los “amiguitos del poder”.
Los que hemos escuchado cuidadosamente el discurso, esperamos los mejores tiempos que propone el Presidente, “menos gastos en política y más inversión en la gente”; a esto agregaría, el respeto por los activos del estado, los cuales no deben ser utilizados como “finca privada” por los funcionarios o sus allegados.
La conversación íntima del presidente con cada panameño también fue honesta al señalar la realidad de que recibimos un Estado con finanzas en cifras rojas, muy rojas; pero no tenemos más opción que seguir adelante enfocados en levantarnos, y practicando la máxima austeridad. Esperemos que ese mensaje no sea sólo para los ciudadanos, sino para su círculo de allegados y de funcionarios quienes deben comenzar por dar el ejemplo.
En otro orden de cosas, esta servidora no puede dejar de reconocer la brillantez y el desprendimiento del expresidente Ricardo Martinelli al designar al Dr. José Raúl Mulino como su sucesor en la carrera por la presidencia. Y digo “desprendimiento” porque Martinelli, aparte de ser un hombre brillante, conocía muy bien las insuperables cualidades del candidato presidencial Mulino sobre todos los aspirantes, incluyéndose él mismo.
Universitarios, agricultores, pro-minería, contra-minería, profesionales de la salud, escolares y universitarios, asegurados, gente sin agua, temas de basura y cisternas, banca electrónica, farmacéuticos, turismo, privatizaciones, los nuevos diputados independientes y todos los que necesitan “a lot of chen-chen”, a todos nos habló al oído.
Y sí señor presidente, el amor siempre es más fuerte que el odio. Y juntos demostraremos que es más fuerte que el odio irracional del individuo que nos causó tantas penurias y sufrimientos; y es más fuerte que el oportunismo, la mediocridad, y la rapacidad de quienes lo sucedieron a él. El amor por la patria será el elixir que nos llevará, una vez más, a alcanzar por fin la victoria.
Me despido comentándoles que he pasado al menos 40 años de mi vida entre embajadas y embajadores, asistido a cientos de conferencias internacionales, tomas de posesión, discursos, y más discursos; y sin temor a equivocarme considero que hasta ahora, el “íntimo” discurso inaugural del Presidente José Raúl Mulino, dirigido magistralmente a cada uno de sus connacionales, ha sido sin lugar a dudas, el más sobresaliente y acertado que se haya escuchado en este país en muchas décadas.