No se puede prometer que las tarifas de energía no van a subir, el mercado es muy cambiante y siempre impacta al consumidor
Mileyka Valdespino / La Verdad Panamá
La revisión tarifaria de energía eléctrica que ocurre cada seis meses, no siempre refleja la realidad de lo que los usuarios deben pagar. Expertos en el sector eléctrico explican que esta situación se debe a la complejidad del mercado eléctrico en el país, el cual depende de diversos factores, entre ellos, los contratos con empresas distribuidoras, los costos de generación y la fluctuación en el consumo.
El ex presidente de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA), ingeniero Gustavo Bernal, señaló que el mercado eléctrico en Panamá es dinámico y está lejos de ser sencillo. Este sector mueve más de 2 mil millones de dólares al año y requiere ajustes constantes para equilibrar la oferta y la demanda. “El problema es que no se puede prometer que las tarifas no van a subir. La realidad es que los costos asociados al suministro eléctrico varían y muchas veces esos cambios impactan directamente al consumidor final”.
Sostiene Bernal que a esto se suman las diferencias en las tarifas según el tipo de consumo. Los usuarios con consumos altos suelen enfrentar facturas desproporcionadas. “La gente olvida que, al superar ciertos niveles de consumo, como pasar de baja tensión simple a baja tensión con demanda, las tarifas se disparan. Esto afecta especialmente a pequeños negocios que, de un mes a otro, ven duplicar o triplicar sus facturas”.
Además de los incrementos en las tarifas, los consumidores enfrentan un servicio deficiente. Los apagones son comunes en zonas como Panamá Este y Oeste, donde las interrupciones eléctricas pueden durar hasta 24 o 30 horas.
Explicó que aunque existen regulaciones que buscan garantizar un servicio eficiente, las sanciones aplicadas a las empresas distribuidoras parecen ser insuficientes. “Las multas que se imponen a las empresas terminan siendo apeladas y, en la mayoría de los casos, no generan cambios significativos. Es el usuario quien termina pagando las consecuencias”.
Un aspecto relevante del debate es el papel de los subsidios. Actualmente, el gobierno otorga subsidios a los usuarios que consumen hasta 300 kWh al mes lo que beneficia principalmente a las familias de menores ingresos. Sin embargo, este sistema no cubre a la mayoría de los panameños, especialmente a quienes tienen consumos mayores o manejan pequeños negocios.
“Los subsidios son necesarios, pero no son suficientes para aliviar la carga de la mayoría de los consumidores. Además, el gobierno enfrenta presiones para reducirlos, lo que podría agravar aún más la situación”.
Energías renovables
Indicó Bernal que las energías renovables se presentan como una posible solución. Los proyectos de energía solar y eólica han demostrado ser efectivos para reducir costos, con ahorros que pueden llegar al 30% o 40% en las facturas. “Cada vez más personas están instalando sistemas solares en sus hogares y negocios. Los bancos han comenzado a ofrecer financiamiento para este tipo de inversiones, lo que ha facilitado su adopción”.
Sin embargo, todavía hay barreras importantes que superar. “El problema es que muchos instaladores no son idóneos y terminan dejando a los clientes con sistemas ineficientes o costosos. Además, recuperar la inversión en energías renovables puede tardar años, lo que desanima a algunos consumidores”, explicó.
El gobierno también ha impulsado proyectos de movilidad eléctrica como una forma de reducir las emisiones y modernizar el sistema de transporte. No obstante, esta iniciativa ha generado críticas debido a su alto costo y a la falta de estudios que evalúen su viabilidad.
“Los buses eléctricos son mucho más caros que los tradicionales y requieren una planificación exhaustiva en términos de demanda energética. Comprar y prometer es fácil, pero el verdadero reto está en garantizar que la infraestructura eléctrica pueda soportar este cambio”, sentenció Bernal.
Con un sistema eléctrico complejo y un servicio que enfrenta múltiples deficiencias, los panameños continúan enfrentando incertidumbre. Las promesas de tarifas más bajas y servicios de calidad parecen cada vez más lejanas, mientras que las soluciones a largo plazo, como las energías renovables, avanzan a un ritmo insuficiente.