Carnaval: Fiesta, Derroche y Crisis
Javier Collins Agnew
La Verdad Panamá
Las comparsas y tunas avanzan entre el bullicio de los tambores, los carros cisternas riegan agua a una multitud eufórica y las tarimas retumban con el ritmo de la música.
Es carnaval en Panamá, y como cada año, el país parece sumergirse en una burbuja donde las preocupaciones se disuelven entre el agua y las bebidas alcohólicas.
Sin embargo, tras el telón de la fiesta, la realidad golpea con dureza: una crisis social y económica profunda esta detrás de la celebración.
Mientras el desempleo sigue en alza y la Caja de Seguro Social (CSS) agoniza en la incertidumbre, miles de panameños se entregan a la fiesta sin medir las consecuencias.
En los corrillos de la multitud, la ironía salta como un eco incómodo: “No hay plata”, se quejan muchos, pero al mismo tiempo gastan lo que no tienen.
Empeñan prendas de oro y hasta herramientas mecánicas, piden préstamos en las financieras o con algún agiotista, o familiar con recursos y hasta exprimen hasta el último centavo de sus tarjetas para asegurar su disfrute en estos cuatro días de desenfreno.
Las contradicciones son evidentes. El mismo pueblo que protesta contra la mina y los ataques externos al país, que clama por mejores condiciones de vida y que enfrenta una carestía sin precedentes, hoy brindara con cerveza y licor, olvidándose del mañana.
Los útiles escolares, las matrículas y las deudas pueden esperar; la fiesta no, es el repetir de los fiesteros en cada esquina.
Es una escena que se repite cada año: familias enteras que, después del carnaval, regresan a la realidad con los bolsillos vacíos y las cuentas pendientes.
La resaca no es solo del alcohol, sino también del derroche. Y en medio de este ciclo, Panamá sigue su marcha, atrapado entre la euforia de la fiesta y el peso de una crisis que, a diferencia del carnaval, no dura solo cuatro días.
Operativos de Tránsito y Seguridad
Ante el masivo desplazamiento de personas hacia distintos puntos del país, las autoridades han implementado rigurosos operativos para garantizar la seguridad vial y el orden público.
Inversión de Carriles y Control Vehicular
La Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT) ha diseñado un plan de inversión de carriles en cuatro fases, con el objetivo de agilizar el tránsito en las principales rutas nacionales.
La primera fase se activará este viernes 28 de febrero, desde las 12:00 p.m. hasta las 8:00 p.m., abarcando desde la Avenida de Los Mártires.
Se espera que durante los días de Carnaval se supere la cifra de 146,466 vehículos que circularon en las festividades del año anterior, con un notable incremento en el flujo vehicular hacia Panamá Oeste, provincias centrales, Veraguas y Chiriquí.
Despliegue de Personal de Seguridad
Para reforzar la seguridad durante estas festividades, más de 17,000 efectivos de la Fuerza Pública estarán desplegados en todo el país.
Este despliegue policial se llevará a cabo desde el 28 de febrero hasta el 5 de marzo, con el fin de garantizar la seguridad en todas las actividades relacionadas con el Carnaval.
Movilización Masiva de Personas
El Aeropuerto Internacional de Tocumen proyecta movilizar a más de 112,000 pasajeros durante la temporada de Carnaval, desde el jueves 27 de febrero hasta el domingo 9 de marzo.
Por otro lado, la Terminal de Transporte de Albrook anticipa el desplazamiento de aproximadamente 240,000 personas qué harán uso de alguna de las 42 rutas que operan en la terminal.
Contradicciones Sociales y Económicas
A pesar de la evidente crisis económica, donde muchos panameños enfrentan dificultades financieras, se observa un gasto considerable durante el Carnaval.
Esta paradoja se acentúa cuando, luego de los días de celebración, numerosas familias se encuentran sin recursos para cubrir necesidades básicas, como la compra de útiles escolares.
En Panamá el carnaval es una manifestación vibrante de la cultura y alegría del país, pero detrás de la música y el baile, persisten desafíos sociales y económicos que requieren atención.
Es importante que la población parrandera, busque un equilibrio entre la celebración y la responsabilidad, asegurando que la euforia de estos días no profundice las dificultades que muchos ya enfrentan en su vida cotidiana.