Réquiem por mi Panamá
Británico Quesada Ábrego
Anoche tuve un sueño, de los cuales uno nunca quiere despertar sino irse de largo, ya que era no solo excitante, sino agradable, hermoso y de un anhelo kilométrico.
En mi Panamá, el Instituto Nacional de Cultura (Inac) tenía 2 millones de seguidores de sus cuentas de redes sociales, un panameño ganó el Nobel de Medicina y un pintor local vendió un cuadro por dos millones de dólares.
¡Increíble!, las calles no tenían hoyos, los automovilistas no se agarraban a trompadas, había cortesía en el manejo, los semáforos funcionaban y el transporte público era adecuado a las necesidades de los ciudadanos.
Las televisoras difundían programas culturales, educativos, proyectaban películas con contenido, no había culos al aire en horarios para niños, en los programas de opinión había tres personas hablando a favor de un tema y tres en contra.
Los comunicadores no opinaban en las noticias de televisión, todas las historias tenían contraparte, también había un balance en los periódicos, las líneas editoriales no estaban ni con uno ni con otro grupo.
No se hacía periodismo de odio, se sabía todo lo que ocurría en Darién, Guna Yala, Bocas del Toro y las regiones apartadas del país, tampoco había figuritas repetidas hablando todos los días lo mismo en la televisión, la radio y los periódicos.
Lo más precioso es que los domingos los periódicos tenían tres páginas con noticias de cultura, se publicaban cuentos, poemas y entrevistas a los artistas. ¡Impresionante!
Había anfiteatros en todas las capitales de provincias, se llevaba ópera y orquestas sinfónicas a las partes rurales, obras de teatro y se dictaban talleres de danza en las comarcas. La empresa privada patrocinaba la cultura.
También había 10 museos en cada provincia, se conservaban documentos, fotografías, videos del Panamá de toda nuestra historia, las sopranos y los tenores eran becados en Italia.
Maravilloso diría. Sin embargo, desperté con la triste realidad que somos un país lleno de incultos, donde es noticia qué mujer tiene el trasero más grande, que una dama parió un hijo de un marido ajeno y las mismas personas salen todos los días en los medios hablando paja.
Dios, si Europa logró levantarse de las balas y los cañones después de 1945, algún día, aunque este muerto, espero que al menos la mitad de ese sueño se cumpla.
El autor es periodista, escritor y exdiplomático