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Abuso sexual infantil

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Padres violando a sus propias hijas o hijos… Personas abusando sexualmente de menores en el propio seno familiar. Políticos, artistas, deportistas y renombradas personalidades del  acontecer nacional involucrados en actos sexuales con adolescentes e infantes. Depravación, traumas e impunidad se mezclan en una cruda realidad…

En enero de este año 2015, la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP) a través de su Observatorio de Seguridad Ciudadana, publicó un informe dedicado a la situación de la niñez panameña en el cual revela que en el año 2013 -la estadística más reciente- se registraron 4,021 casos de delitos sexuales en proceso de investigación, de los cuales, 1,891 tenían como víctimas niñas, niños y personas adolescentes. Eso representa el 47% de los casos.

Las zonas geográficas que más casos de abuso sexual infantil reportan son: Veraguas, Panamá, San Miguelito, Colón y Coclé. La mayoría de las víctimas viven bajo la tutela de la madre y carecen de la figura paterna.

Las cifras se tornan un poco más fuertes si se toma en cuenta un informe de la Contraloría General de la República, el cual reveló que cada 12 horas se comete un delito de abuso sexual contra un menor de edad en Panamá. No obstante, es importante aclarar que esto no incluye los casos que no son reportados ante las autoridades y que permanecen ocultos.

Menores más afectados  entre  14 y 17 años

Ante esta situación, el especialista en análisis estadísticos y políticas públicas de seguridad ciudadana, Alexander Alleyne, advirtió que “los datos apuntan a un incremento alarmante de las evaluaciones, además hemos de considerar que ambos hechos [maltrato infantil y abuso sexual infantil] están afectados por el sub registro o la ausencia de las denuncias pertinentes por parte de los encargados en el hogar de la protecciones de esta población”.

De acuerdo a las cifras del Ministerio Público, entre los delitos sexuales contra menores más denunciados se encuentran: violación sexual (54.7%); relaciones consentidas (21%), actos libidinosos (13.6%), acoso sexual (4.9%); tentativa de violación (3.2%); corrupción de menores (1.9%); pornografía infantil (0.4%) y relaciones sexuales remuneradas (0.1%).

Los grupos más afectados son los menores que se encuentran entre los 14-17 años, quienes representan el 25.6% de los casos; y aquellos cuyas edades están entre los 9-13 años, representando el 15.5% de los delitos sexuales reportados ante las autoridades.

Las estadísticas anteriores son una muestra que da pistas sobre el perfil de las víctimas, sin embargo, en cuanto a los victimarios, son pocos y muy generales datos los que se pueden obtener. Según el informe más reciente que ha publicado la Contraloría General de la República, en el año 2012 fueron sindicados (procesos culminados con sentencias o sobreseimientos) unas 2,908 personas que habían sido acusadas por el delito contra el pudor y la libertad sexual. Empero, no hay cifras disponibles de cuántos de estos sindicados tienen que ver con abuso sexual a menores.

Causas y consecuencias

La especialista Juana Cooke detalló que en el caso del maltrato infantil y abuso sexual en menores, “hay algunas características de los y las abusadoras que nos permiten establecer que en algunos casos, los abusos son cometidos por personas que a su vez han sido víctimas de maltratos. Es decir, el maltrato puede generar muy seguramente (pero sin caer en determinismos) más maltratos y más maltratadores”.

Cooke aseguró que “es importante que reflexionemos sobre el hecho de que en muchas culturas, e incluso en la panameña se dan condiciones en las que los abusos son permitidos y hasta ‘normalizados’. Tal es el caso de los castigos físicos; los insultos, palabras degradantes, o la iniciación sexual de varones con trabajadoras sexuales propiciados por sus propios padres y madres, estos son ejemplos de abusos y maltratos que rara vez son considerados como tales”.

Ignorancia de los padres es peligroso

El tabú y la falta de herramientas en padres, madres, familias e individuos para hablar sobre la sexualidad implica que los niños y niñas tampoco tienen las herramientas para nombrar, hablar, discernir si son o no víctimas de un abuso, particularmente un abuso sexual. De acuerdo con  Cooke, esto “propicia que, cuando se dan abusos, muchas veces los niños y las niñas no lo perciben como tal; cuando lo logran percibir, no saben cómo expresarlo (pues no tienen ni siquiera las palabras anatómicamente correctas); los padres y madres sienten vergüenza y por tanto no toman las medidas pertinentes, colocando en muchos casos en riesgo muy elevado a sus niños y niñas. En algunas situaciones no se les cree, precisamente porque la sexualidad está tan revestida de halos de misterio, y hasta se les obliga a convivir o enfrentar a sus propios agresores o agresoras”.

La especialista también lamentó que “durante años hemos educado a nuestros niños y niñas para que consideren un perfil errado de posibles agresores: asumimos que los agresores son feos, extraños, desconocidos, (‘el hombre del saco’); cuando lo cierto es que en la mayoría los abusadores son personas cercanas, familiares e incluso un padre o una madre, a quien pueden tener muchos años de conocer”.

Para evitar los maltratos infantiles y abusos sexuales es necesario establecer diálogos continuos, basados en la confianza, respeto y honestidad con los niños y niñas.

En cuanto a las consecuencias del abuso sexual, siempre son múltiples, traumáticas y pueden depender de la víctima, de sus características personales, edad, madurez, grado de familiaridad con el agresor o agresora, tiempo de exposición al abuso. Generalmente se observan a corto y mediano plazo, periodos de depresión, tristeza, melancolía. Conductas auto destructivas; aislamiento. Pero, a largo plazo se pueden observar depresiones clínicas, un desarrollo sexual alterado por el evento traumático, intentos de suicidio, entre otros.

1 de  cada  10 ha  sido  víctima de  agresiones  sexuales
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño establece: “derecho del niño a no ser objeto de ninguna forma de violencia”.

No obstante, un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) apuntó que “unos 120 millones de niñas de todo el mundo (algo más de 1 de cada 10) han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas y otras agresiones sexuales en algún momento de sus vidas. Los niños también están en peligro, aunque no hay una estimación mundial debido a la falta de datos comparables”