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Conflicto venezolano: odio y violencia

Por: Abdel Fuentes


El tema Venezuela es más complicado de lo que informa la prensa local y extranjera. Las invitaciones a la violencia son disfrazadas de actos libertarios.

El mensaje de odio que un sector de la oposición venezolana insiste en sembrar, encuentra respaldo en medios convencionales y digitales. En las redes sociales abundan las inexactitudes y mentiras. Se postean fotos falsas, con información falsa.

La imagen de un paciente entubadoatribuida al expresidente Hugo Chávez, fue noticia de portada en El País. Su publicación ocurrió en el 2013.  El engaño fue olvidado por muchos, pero no por sus promotores.  Las mismas prácticas siguen vigentes. Vale destacar que el citado diario español del poderoso Grupo Prisa, nunca ofreció disculpas a la familia Chávez.

Sutil o expresamente, movimientos internos del ámbito venezolano y extranjero,  promueven el caos, el odio y la desestabilización social.

Las noticias de Venezuela, publicadas por medios afines a la oposición carecen de contexto.  Se ocultan hechos que no admiten negación.  El caso del exgobernante  Álvaro Uribe es claro.  Los medios que le dan voz para entrometerse en el conflicto venezolano, ocultan las acusaciones que pesan en su contra por sus vínculos con el narcotráfico.
 
Uribe parece insistir en promover la alteración del orden constitucional en Venezuela. Hace poco volvió a invitar a los militares a permitir un golpe.

Durante una entrevista con CNN en español, realizada a mediados de febrero de 2014, no negó haber financiando a grupos violentos.  La insistencia de la periodista, que Uribe logró evadir, surge por las acusaciones directas formuladas en su contra por el presidente Nicolás Maduro.

El mensaje del opositor y excandidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, coincide con el de Uribe: “aquí está llegando la hora de la verdad, de decidir si usted está con la Constitución o usted está con Maduro. Esa será una decisión que le corresponderá tomar a la Fuerza Armada Nacional”. 

Capriles, de quien son conocidos sus vínculos con los Estados Unidos,  emerge de una de las familias más poderosas de Venezuela, dueña de un emporio mediático. Estuvo involucrado en el golpe de Estado del 11 abril del 2002 contra Hugo Chávez.

Una foto y un video lo delatan subiendo al muro de la Embajada de Cuba en Caracas.  La turba que obtuvo su aprobación, además de destruir los autos de la misión cubana, cortaron las conexiones de los servicios públicos.

“Operation Venezuela Freedom 2”, es el nombre del documento filtrado por el Comando Sur de los Estados Unidos. Lleva la firma de su comandante, Kurt Tidd.   Se mencionan; decreto de Obama, las intenciones de aplicar a Venezuela la Carta Democrática de la OEA, la premisa de una crisis humanitaria que permita la intervención, promover acciones callejerasviolencia armada y el referéndum revocatorio. Todas estas acciones con la bendición de Washington y el liderazgo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Los grandes diarios, las agencias internacionales y las cadenas televisivas estadounidenses, con sus satélites en España y Latinoamérica, no lo han publicado. ¿Por qué?

En lugar de guerra económica los medios y la oposición venezolana usan el término desabastecimiento. El tema es descontextualizado. Omiten las razones por las cuales los ricos  y la clase media no sufren con la supuesta escasez, ni mencionan a los verdaderos autores, la clase adinera.
 
Las informaciones sobre los intentos de UNASUR y los llamados del presidente Nicolás Maduro, por dialogar con la oposición, reciben  poca atención y difusión por parte de los medios tradicionales.

Los hechos violentos del 2014, son silenciados y sacados de contexto en relación con lo que ocurre hoy en el hermano país. 

Pero en Venezuela no todos aprueban la violencia. Si así fuera, hoy la historia arrojaría otros resultados. Una encuesta del 2014 realizada por la empresa Hinterlaces, especializada en investigación de opinión pública y de mercados, reveló que el 85% de la población rechaza las manifestaciones violentas.