Reflexión / Julio
La seguridad era uno de los aspectos primordiales de campaña del Gobierno de la República de Panamá, en su afán por coronarse su candidato, presidente de todos los panameños.
A dos años de mandato, la tormenta eléctrica , no cesa, las aguas profundas de los océanos vaticinan temporales difíciles de sortear ante la ausencia de una política criminal y una estrategia de seguridad pública, que le devuelva la tranquilidad a los ciudadanos.
El nuevo ministro de Seguridad, lamentablemente, optó por continuar el discurso vacío, frío e irrespetuoso a la población, con argumentos estadísticos que no dibujan el temor y desasosiego de una sociedad, que no sabe cuándo una bala asesina pueda acabar con los sueños y proyectos de familia, porque la ola de criminalidad dice presente en cualquier sitio público, incluso, tocan a la puerta de su morada.
Señor Presidente, aún está a tiempo de revertir este fracaso que en materia de seguridad enfrenta su gobierno, ojalá su nuevo ministro de la cartera en mención, con sentido de patria y cual arquitecto, articule un plan que efectivamente, reduzca los niveles de delincuencia en todo el territorio nacional.
Si somos conscientes que la juventud es el futuro de la nación, entonces emprendamos el camino a una prevención científica no paternalista y a una represión sin contemplaciones, recordemos que el objetivo de las organizaciones criminales del narcotráfico, es inundar nuestras calles de droga, obtener poder político y seguir penetrando a placer los estamentos de seguridad.
Mientras esto siga ocurriendo en Panamá, poco podremos hacer por una juventud que en lugar de estudiar, se decidirá por la ruta más fácil, ingresar a las filas del crimen organizado.