ANTAI: Ciega, sorda y muda frente a uno de los escándalos de corrupción más descomunales
Edmundo Dante Dolphy / La Verdad Panamá
Ha quedado demostrado ante la faz del país que la Autoridad de Transparencia y Acceso a la Información (ANTAI), durante esta administración, fundamentalmente gastó sus energías para enterrar la libertad de prensa utilizando una de sus mejores herramientas para ejecutar este crimen atroz… la ley 81 de marzo de 2019.
La ANTAI no tuvo ojos para advertir la corrupción, la pus y la infección que brotaba de los auxilios económicos del Ifarhu de la mano de un exdirector que pregonaba transparencia en el manejo de la institución, cuando hacía todo lo contrario, repartía millones de dólares en auxilios económicos a políticos, diputados, hijos de funcionarios, ministros, empresarios poderosos que no se conforman con amasar fortunas a través de contratos con el Gobierno y licitaciones oscuras, sino que también sentían la necesidad de sangrar más al erario llevando con plata del Estado a sus hijos a las mejores universidades del mundo.
¿Dónde estuvo la Antai? Sencillo, en su momento señaló que no dio con hallazgos de actos de corrupción o al margen de la ley, únicamente detalles administrativos. Según esta entidad, no se pudo comprobar en su investigación que los servidores del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu), incurrieron en irregularidades administrativas o faltas al Código de Ética, al no confirmarse que hubo procedimiento al margen de la ley. Entonces, ¿porqué ingresó al escenario el Ministerio Público que realiza una investigación para deslindar responsabilidades sobre esta conducta penal?
Mientras le daban becas ridículas a los estudiantes cuyos padres de familia deben realizar largas filas, muchas veces madrugando y faltando a sus trabajos; por la puerta de atrás, se tejía toda una telaraña de corrupción con el otorgamiento de auxilios por cientos y cientos de millones de dólares para los amigos en el poder, truncando los sueños de miles de estudiantes que al día de hoy y de manera miserable les niegan el apoyo, al menos que dentro de su carpeta de solicitud, lleven la carta de un diputado del partido de gobierno…
La corrupción, la rapiña y la voracidad caracterizaron al director del Ifarhu en estos cinco años de gestión, respaldado por la mirada cómplice de una Antai que jamás puso en práctica una de sus funciones primarias como la de desarrollar, promover e implementar mecanismos para prevenir, detectar y erradicar prácticas corruptas en la función pública ni la fiscalización en el cumplimiento de las disposiciones legales sobre la ley de transparencia y el Código de Ética.
La Antai sí estuvo a la caza de medios de comunicación para atacarlos, amordazarlos y multarlos gracias a una ley de Protección de Datos Personales, interpretada de manera perversa, con el objetivo de blindar a la clase política en el ejercicio de poder de manera que sus datos no sean registrados en una noticia cuya materia prima es el asalto al erario.
No se puede hablar ni pregonar institucionalidad cuando son los mismos funcionarios públicos los que patrocinan y justifican el latrocinio de recursos finitos dirigidos a cambiar vidas y no para el aprovechamiento de una mafia política y empresarial que ya se enfoca en la nueva administración.