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Cónclave: la tensa elección del Papa

Por Rainer Tuñón C.
Esta semana llega a las salas de cine un poderoso thriller religioso titulado Cónclave, con las actuaciones de Ralph Fiennes, Isabella Rossellini, Stanley Tucci, John Lithgow, Carlos Diehz y Sergio Castellitto, bajo la dirección del alemán Edward Berger, ganador del Óscar por el filme bélico Sin novedad en el frente.
La película es una adaptación de la novela de Robert Harris y se centra en la elección de un papa ficticio tras la repentina muerte de su predecesor, explorando el proceso y las intrigas que rodean al Vaticano durante esas históricas 72 horas.
Cónclave ofrece una detallada narración del ritual que acompaña la elección papal, mostrando cómo los cardenales del mundo se reúnen y conviven en un edificio bajo las más estrictas medidas de seguridad y confidencialidad. Dentro de la Santa Sede, quedan completamente aislados: sin celulares, sin internet y sin acceso a información externa, jurando guardar el más absoluto secreto. Mientras tanto, fuera del claustro, millones de fieles esperan ansiosos la señal del humo blanco.
El filme recrea con fidelidad el voto en la Capilla Sixtina: los cardenales escriben el nombre del futuro Papa en un trozo de papel, lo depositan en una urna de plata y repiten el proceso hasta alcanzar un consenso. Este procedimiento, llevado a la pantalla con un realismo impactante, es el eje de una producción que ha sido bien recibida en festivales de cine y ha cosechado elogios, en especial por la actuación de Ralph Fiennes como el cardenal Lawrence, encargado de dirigir el encuentro.
El guion de Cónclave destaca por su respeto a los protocolos de la Iglesia Católica, detallados con precisión para una audiencia que quizás desconozca estos procedimientos. También sobresale la exploración de las alianzas y maniobras políticas dentro del cónclave, aunque en ciertos momentos la película puede recordar el formato de un reality show. La tensión entre discursos progresistas y conservadores, un tema recurrente en redes sociales y medios de comunicación, se entrelaza con giros argumentales inesperados y un ambiente de secretismo que mantiene al espectador en vilo. Gracias a este enfoque, la película ha logrado recaudar más de 82 millones de dólares en todo el mundo con un presupuesto de apenas 20 millones.
Dentro del género de los thrillers religiosos, Cónclave se suma a una interesante lista de películas que abordan temas vinculados al poder y la Iglesia. Entre ellas, El Padrino III (1990), que revela las maquinaciones del Vaticano en sus negocios con Michael Corleone; Las sandalias del pescador, de Michael Anderson, que retrata la elección de un asesor papal en plena Guerra Fría; Monsignor (1982), de Frank Perry, sobre un capellán vinculado con la mafia; El papa debe morir (1991), una comedia sobre la elección accidental de un papa que decide enfrentar la corrupción eclesiástica; Amen (2002), de Costa-Gavras, que aborda los dilemas del Vaticano frente al nazismo; Habemus Papam, la sátira de Nanni Moretti, y Los dos papas, de Fernando Meirelles, que muestra el tenso encuentro entre el papa Benedicto XVI y el futuro papa Francisco.
Otras películas recomendadas en estas líneas son Ángeles y demonios, basada en la novela de Dan Brown; La pontífice, de Sönke Wortmann, que revive la leyenda medieval de Johanna von Ingelheim, la mujer que habría llegado a ser Papa; y El nombre de la rosa, la magistral adaptación de la novela de Umberto Eco, dirigida por Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Sean Connery y Christian Slater.
En definitiva, Cónclave es un intenso drama de suspenso que sumerge al espectador en el proceso de elección del Papa, revelando entresijos y la tensión que envuelve este evento crucial en la Iglesia Católica.
Foto: Focus features