Después de COVID-19, imposible un pensamiento igual
Por Roberto Rolando RODRIGUEZ / Periodista
La aparente tranquilidad que vivía la humanidad está ahora alterada. En asfixia y ansiedad. El nuevo coronavirus-19 ha puesto a ricos y a pobres al mismo nivel de sufrimiento. Ataca y mata, sin piedad y ha destruido pujantes economías con el consiguiente desempleos de millones de millones de trabajadores asalariados.
De manera inimaginable el mundo está paralizado y las principales ciudades con medidas uniformes. La humanidad sometida a una rígida y vigilada cuarentena, las industrias en parálisis sin la mano del hombre y el hambre y la pobreza acechando para complicar el panorama de los que menos tienen socialmente hablando.
Para los dirigentes gubernamentales, lo primordial es salvar vidas, garantizar que la angustia de vivir no sea desequilibrada sino una esperanza de vida ante un ambiente de debilidades detrás del telón del sector sanitario.
No hay nada de preferencia alguna con el nuevo corona virus-19. Es un general de ocupación que tiene al mundo sometido y haciendo marcar el paso a la mayoría.
Las estrategias de salud sugerida por la ciencia y la bioseguridad médica, son las mismas que nos hace pensar que aquí en La Tierra, todos somos iguales. Los países ricos en poder económico no dudan que cuando ese virus de la muerte caerá vencido comienza otra batalla, otro debate, incluyendo lo político, que impone una estrategia para devolver la frágil tranquilidad y justicia social a los pueblos.
No hay libertad alguna para disponer sino saber hacer las cosas en adelante con pasos bien dados tomando en cuenta los cálculos políticos que transforman el panorama. La exigencia de una nueva paz social pasará por la disciplina, los hábitos, la cultura y sobretodo la formación social.
No hay país alguno, y me tomo la licencia de mencionar Italia, Alemania, Francia, Suecia, Gran Bretaña, España Corea del Sur, EEUU y porque no Panamá, que impulsan superar esta crisis de salud y están conscientes que llegar a normalizar la vida de los terráqueos, pasa por un debate de madurez porque las decisiones serán difíciles en dos direcciones:una nueva realidad esperando lo peor de la explosión social; y no habrá coincidencia alguna de cómo empezar una normalidad todos pensando igual. Eso sí es imposible.