EL BÁSQUET PANAMEÑO CAMINO A LA RESURRECCIÓN
Por: Oscar Lasso A.
Un camino tortuoso ha pasado el básquet panameño, desde el reconocimiento de parte de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) tras una suspensión en competencias internacionales hasta recobrar la esperanza de capturar las mejores épocas de una disciplina que mostró orgullo e identidad de nación que fue referencia en latinoamericana con lustre y prestigio.
En los últimos 20 años, la Federación Panameña de Baloncesto (FEPABA), presenta al menos cuatro administraciones distintas solo con el interés de poder generar posicionamiento en la dirigencia deportiva internacional y alcanzar llenar la vanidad personal en detrimento de generaciones de jugadores, en contra de una planificación que fortalezca la organización.
Pese a esto, la popularidad del baloncesto en Panamá siempre está allí, gracias a un palmarés envidiable para la Confederación Centroamericana de Baloncesto (COCABA) en competiciones internacionales que resaltan tres medallas de oro en el Campeonato Centrobasket (1965, ’67 y 2007), una medalla de oro y dos de plata en los Juegos Centroamericanos y Del Caribe (Panamá 1970, Colombia 2006, México 2014), presea dorada en Juegos Bolivarianos en Venezuela (1970) la presea de bronce en los Juegos Panamericanos de Winnipeg (1967), la participación en los Juegos Olímpicos de México (1968) y Campeonatos Mundiales de Yugoslavia, Colombia, España y Japón (1970, 1982, 1986 y 2006) y más recientemente medalla de oro en el Campeonato Centroamericano de Costa Rica (2015).
Han pasado muchos años de ociosidad en el baloncesto nacional que tuvo su clímax en la decisión de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) al suspender la afiliación debido a conflictos internos entre sus dirigentes. La medida abarcó a selecciones nacionales, clubes y árbitros, quienes no podían participar en ninguna competencia que se encuentre bajo la órbita del organismo.
El motivo de la penalización fue a los innumerables problemas que se vivieron en Panamá debido a los conflictos de intereses entre dos directivas que manifiestan ostentar la misma autoridad. En ese momento Miguel Sanchiz y Porfirio Ellis se arrogaban la presidencia de la FEPABA.
La suspensión fue levantada tras la decisión tomada por el Buro Central reunido en Barcelona, España en febrero del 2014 al considerar que hubo transparencia en el proceso eleccionario realizado el pasado 31 de enero 2014 y la FIBA concluyó que estas elecciones fueron debidamente avaladas por el organismo central del baloncesto mundial. También fueron reconocidas con visto bueno por el Comité Olímpico de Panamá y el Instituto Panameño de Deportes.
Porfirio Ellis fue el único que presentó su nómina en las elecciones y ganó por siete votos a favor, cero en contra.
Las condiciones actuales del baloncesto panameño han cambiado con la incipiente dirigencia encabezada por el ex canastero Jair Peralta, con un decidido respaldo de los entes gubernamentales y la empresa privada, al retornar a sus orígenes de generar una sostenibilidad en el tiempo y espacio, con la retoma de una liga profesional compuesta de dos etapas que cubra todo el año; aunque tendrá un control centralizado por una Junta Directiva denominada Liga de Baloncesto Profesional, que tendrá como único propósito generar espectáculo deportivo que deberá ser capitalizado por FEPABA, en el descubrimiento de nuevos talentos.
Pese los últimos logros como la medalla de plata en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz, México (2014) y la presea dorada en el Campeonato Centroamericano de Costa Rica (2015), las dirigencias de Ellis y Peralta respectivamente tienen un punto en común, la dirección técnica del boricua David Rosario que logró conjugar la veteranía y juventud para obtener los resultados deseados.
Rosario pactó contrato de un año con FEPABA, que terminó en agosto pasado, sin embargo, no se conoce su permanencia en el puesto. El acuerdo no solo consistía en las selecciones nacionales sino en la capacitación de árbitros y técnicos en cada provincia del país con el objetivo de promover y descubrir elementos que podrán contribuir más adelante en los equipos que participen.
La incursión de David Rosario fue un remedio de urgencia en el Centroamericano y del Caribe de Baloncesto (Centrobasket) de Nayarit, México (2014) tras la deserción del ex base panameño de los Mavericks de Dallas, Rolando Blackman quien pretendía ser benefactor de FEPABA a través de la Fundación que lleva su nombre con la recaudación de fondos en beneficio del baloncesto.
Lo cierto es que hay mucho trabajo por hacer antes de que el baloncesto panameño recupere esos sitiales de grandeza, entre los puntos a destacar son trabajar con las categorías menores, activar y masificar el baloncesto femenino, crecer el número de árbitros con crédito internacional, debido a que solo contamos con dos en ese nivel (Julio Anaya y José De María), una verdadera comisión de selecciones que evite las improvisaciones en las convocatorias de los equipos nacionales y fundamentalmente en rescatar la credibilidad.