Expresiones

Hey, ya no existe la Mística…

Por Edwin Cuevas Rodríguez

Doctor en Ciencias y Humanidades, Máster en Negociación Internacional,  Profesor Universitario y Diplomático de Carrera.

He observado en distintos lugares que la falta de valores y la actitud de «no es mi problema» se han vuelto comunes. Un ejemplo de esto es un estudiante que grabó un video en un hospital, mostrando la indiferencia ante una emergencia. Esto refleja cómo hemos perdido la mística y el sentido del deber en muchas situaciones. Mi abuelo solía decirme que, sin importar si pintas la acera mucho o poco, lo esencial es hacer las cosas bien y que tu nombre se vea reflejado en tus acciones diarias. Él, sabio de Herrera, junto con mi abuelo científico de Chiriquí, siempre me recordaban que el talento no es suficiente; el esfuerzo y la imagen que uno proyecta son lo que realmente construyen la credibilidad en nuestro trabajo diario.

Existen muchas razones que han contribuido a la pérdida de valores en nuestra sociedad. Entre ellas se encuentran la desintegración y los conflictos familiares, los divorcios, la situación económica, la deserción escolar, la desobediencia, la drogadicción y la pérdida de identidad, así como la corrupción. Todos estos factores han afectado los valores en el país, dando lugar a la aparición de nuevos valores en los que lo malo se considera bueno y lo bueno parece estar fuera de moda.

La ausencia de valores es una suerte de pandemia que viene desde hace tiempo generando muchos de los males que enfrentamos como sociedad: la insensibilidad, la pérdida del respeto, la ausencia de honestidad y la falta de justicia.

Hemos sido testigos por los medios de comunicación de enfrentamientos entre la policía y civiles, donde el respeto hacia la autoridad, que antes era común, se ha perdido. En el pasado, la gente se detenía al ver izar la bandera nacional, un gesto simple pero significativo. Estos son solo algunos ejemplos de la pérdida de valores, falta de identidad y mística que estamos viviendo el día a día. Hemos evolucionado en esta era tecnología hacia una “crianza express”, sin responsabilidades del que nos pasamos preguntando sin obtener respuesta lógica.

La mística en el ser humano trasciende lo religioso y trato de relacionarlo más que a conceptos como el deber y el respeto. Se trata de una combinación de hacer lo correcto y mantener un sentido de amor traducido hacia un valor por hacer las cosas bien y con dedicación en cada situación. Este enfoque implica un compromiso adicional y necesario para realizar las cosas de la mejor manera posible en hacer el trabajo en equipo o individual.

Esta transformación no solo afecta a las relaciones interpersonales, sino que también se refleja en la desconfianza hacia las instituciones y en la creciente violencia. Como dijo Mahatma Gandhi: «La verdadera medida de cualquier sociedad se puede encontrar en cómo trata a sus más vulnerables».

Para contrarrestar este flagelo, es fundamental fomentar la educación en valores desde una edad temprana, Las escuelas, colegios, universidades y las familias deben trabajar juntas para enseñar la importancia del respeto, la empatía y la responsabilidad. Además, es esencial crear espacios donde se promueva el diálogo y la reflexión sobre la ética y la moral, para permitir que las nuevas generaciones comprendan la relevancia de estos principios en su vida diaria.

Una frase conocida por Pitágoras «Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Debemos enfatizar cómo la educación es fundamental para moldear el carácter y la conducta de las personas desde que son niños…

Asimismo, la comunidad representada por la sociedad civil debe involucrarse activamente en iniciativas que promuevan la cohesión social y el apoyo mutuo. Programas de voluntariado, actividades culturales y proyectos comunitarios pueden ayudar a restaurar la mística y los valores perdidos. Es hora de que todos asumamos un papel proactivo en la construcción de una sociedad más justa y respetuosa, recordando que, como bien se dice, «los valores son el corazón de una sociedad sana».

Dios bendiga a Panamá…