Enfoque Global

Lo que exigen los estudiantes que lideran las protestas en contra el gobierno de Nicaragua

Nicaragua ya lleva varios días sin que se hayan registrado nuevos episodios de violencia, pero la normalidad está lejos de haber regresado al mayor de los países centroamericanos.

El sábado decenas de miles de nicaragüenses volvieron a salir a las calles, esta vez en una “peregrinación por la paz” convocada por la iglesia Católica que se convirtió en una nueva protesta masiva en contra del gobierno y en demanda de justicia para los muertos de las últimas semanas: al menos 43, según los cálculos más conservadores, aunque otros hablan de 63 víctimas fatales.

Y el lunes el gobierno presidido por Daniel Ortega respondió con su propia concentración “por la paz y el diálogo” en la capital, Managua.

Durante el evento Ortega reiteró su llamado a un “diálogo nacional” para buscar una salida a la crisis que estalló luego de que protestas en contra de una reforma al seguro social (pensiones) fueran duramente reprimidas por las autoridades.

Pero en su intervención el mandatario, no ofreció mayores detalles sobre las conversaciones, más allá de decir que el diálogo sería “para tratar temas que tienen que ver con la justicia social, económica y la seguridad de los nicaragüenses” y “con la justicia en relación con estos hechos condenables”.

“Son situaciones que tienen que ser investigadas, están siendo investigadas”, aseguró Ortega, quien sin duda se enfrenta la mayor crisis desde su regreso al poder, hace ya más de 11 años.

El problema: los estudiantes universitarios que son los principales protagonistas de la revuelta, lo acusan a él y a su gobierno de ser los responsables directos de la violencia de abril, por lo que rechazan cualquier investigación conducida exclusivamente por instancias locales.

Y la instalación de una “Comisión contra la Impunidad” independiente y con participación internacional es solo una de varias condiciones que han impuesto para sentarse a la mesa, la que a petición de Ortega, será moderada por la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

“No aceptamos que los asesinos se investiguen a sí mismos”, explicaron los voceros de la recién conformada Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia, que está tratando de aglutinar a los universitarios y encauzar el descontento desbordado.

Y los estudiantes “autoconvocados” han sido claros en que el diálogo deber servir para “establecer un camino hacia la democratización del país” que, para muchos, es inconcebible sin la salida del poder de Ortega y su esposa y vicepresidente, Rosario Murillo.

“Eso es lo que queremos la mayoría de los nicaragüenses, que deje la presidencia”, asegura Jonathan López, uno de los voceros temporales de la Coordinadora Universitaria.

Elecciones adelantadas

López reconoce que conseguir una salida anticipada de Ortega “va a ser difícil y va a requerir mucha lucha”. Especialmente porque los estudiantes dicen querer conseguirla por la vía democrática.

“Primero hay que depurar los otros poderes del Estado para que vuelvan a tener autonomía”, empieza a esbozar la agenda este estudiante de 3er año de la carrera de economía de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), la mayor universidad pública del país.

“El primer punto sería el cambio de magistrados del Consejo Supremo Electoral porque si uno le quita el control del CSE al señor Ortega, le está quitando la garantía que tiene él para seguirse robando las elecciones”, elabora Francisco Martínez, otro de los voceros de la Coordinadora.

“El segundo punto a tratar sería la anticipación de las elecciones”, agrega el estudiante de medicina de la UNAN-León, la casa de estudios superiores más antigua de Nicaragua.

“Y con un CSE sin corrupción y elecciones adelantadas, el señor Ortega tendría que salir inmediatamente”, vaticina.

Los estudiantes alzados, sin embargo, dicen estar conscientes de que Ortega difícilmente querrá discutir estos temas.

Y por eso Yaritza Rostrán, vocera temporal del movimiento en representación de la Universidad Centroamericana (UCA), insiste en que no ha llegado el momento de bajar la guardia.

“Hay que tener mucho cuidado, todo el mundo lo dice: que el diálogo es una estrategia del gobierno para tratar de tranquilizar las cosas, tratar de que a la gente se le olvide todo lo que hizo (…) y que se le deje de exigir al gobierno una respuesta”.

“Pero el diálogo es la única manera en la que se puede hacer este proceso de democratización en paz”, valora la estudiante de sociología, quien advierte que si Ortega se niega a debatir las peticiones de la sociedad civil simplemente se expone a un recrudecimiento de las protestas.

Seguir en las calles

De hecho, los estudiantes autoconvocados -que también están demandando la liberación inmediata de los presos y “el cese de la represión, de las campañas de difamación (…) y la persecución política”, entre otras medidas- por el momento no piensan renunciar a seguir manifestándose, para mantener la presión.

“Creo que toda la sociedad, y no sólo los estudiantes, estamos claros que tenemos que seguir haciendo presión en las calles”, dice Madelaine Caracas, una estudiante de comunicación de la UCA, quien asegura que durante las próximas semanas se seguirán viendo marchas, plantones, vigilias, conciertos y diferentes movilizaciones en memoria de los caídos y en contra del gobierno.

“Si el señor Ortega no cumple los acuerdos, o no quiere tratar los temas de interés, lo vamos a obligar, como lo obligamos a plantear un diálogo”, promete por su parte Martínez.

Aunque los estudiantes también insisten en que su apuesta es por la protesta cívica y pacífica.

Y Saúl Verde, el vocero temporal que representa a la privada Universidad Americana, cree que, por el momento, no se verán más episodios de violencia “por interés del gobierno sandinista”.

“Hay como un permiso para que la gente pueda protestar antes de llegar al dialogo, porque ellos saben que se han visto mal y prefieren comunicar que están haciendo la paz”, dice el estudiante de Relaciones Públicas y Comunicación.

Aunque todos parecen coincidir en que la represión de abril ya terminó liberando al genio de la botella, pues fue la gota que derramó el vaso y terminó de convencer a una mayoría de nicaragüenses que un cambio no sólo es necesario, sino urgente.

Además de decenas de muertos, los choques entre estudiantes con las fuerzas de seguridad y los llamados “grupos de choque” conformados por simpatizantes sandinistas dejaron al menos 15 desaparecidos y y más de 160 heridos de bala, según los cálculos de la Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua (CPDH).

“Esta represión tan violenta con la que nos atacaron a los estudiantes terminó de poner de manifiesto que lo de Ortega es una dictadura”, asegura Caracas.

“Como que despertó a Nicaragua”, dice.

Visiones encontradas

Esta visión, sin embargo, contrasta radicalmente con la de un gobierno que en un primer momento desestimó las protestas como actos de “delincuentes” y “grupos minúsculos (…) “que no representan al pueblo”.

Y el lunes el presidente Ortega también prometió no dar “ni un paso atrás”, seguro de contar con el apoyo de campesinos y trabajadores para su gestión, culpando además por la violencia “a los mismos que incitaban a la guerra antes”.

Además, en un intento por mostrarse conciliador pero también en control de las situación, el mandatario dijo el lunes que se estaba trabajando para encontrar a los culpables “no para lanzarnos llenos de odio contra ellos (..) sino para que entiendan de una vez por todas que ya Nicaragua entera escogió el camino de la paz, de la estabilidad y de la seguridad”.

Pero los estudiantes -que también exigen el desmantelamiento de una “Comisión de la verdad” anunciada por el parlamento nicaragüense, controlado por el partido de gobierno- consideran que el hecho de que Ortega no aprovechara la ocasión para anunciar oficialmente el inicio del diálogo demuestra que está teniendo que ceder.

“Se decía que el Sr. Ortega quería comenzar el diálogo el domingo, pero la Conferencia Episcopal ordenó posponerlo”, asegura Martínez.

Y es que otra de las exigencias de los estudiantes ha sido “una prórroga hasta mediados de mayo para el inicio del diálogo”, con el objetivo de organizarse mejor y elegir a “voceros representativos”.