Los putos de Panamá, ¡Sin control prostitución masculina!
Redacción / La Verdad
Ofrecen su pene, trasero, músculos, manos y boca para fornicar. El costo del servicio dependerá del nivel de pasión al que cada cliente quiera llegar. Se ofertan como “scorts”, pero la realidad es que venden su cuerpo. La Real Academia Española describe ese oficio bajo el término “putear”, es decir, son putos…
Basta revisar los clasificados de varios periódicos de la localidad o hacer una sencilla búsqueda en internet y se percatará que la prostitución masculina va en aumento acelerado en Panamá. Son pocos los panameños y muchos los extranjeros. En el mercado de la prostitución masculina, en Panamá, los ofertantes que más abundan son venezolanos, colombianos, dominicanos, argentinos y de otras nacionalidades.
Es muy probable que Usted haya visto a estos muy masculinos hombres en televisión y ni se imagine que son prostitutos. ¡No se asombre! En este negocio –muy lucrativo- de acuerdo a nuestros informantes, hay involucrados esculturales modelos, presentadores de televisión y reconocidos entrenadores de los más renombrados gimnasios en Panamá que ofrecen sus servicios a un selecto público, cuya mayoría no son precisamente mujeres, sino destacados hombres del mundo social, político, empresarial y diplomático.
Tristes testimonios
“Vine a Panamá con muchos sueños de superación, pero no puedo ejercer mi profesión aquí. Soy abogado y salí de Venezuela huyendo de la situación económica y de la criminalidad. De pana te lo digo, era desesperante todo eso. Traje algo de dinero, pero a los pocos meses ya no me alcanzaba. No tenía la residencia ni el permiso laboral en Panamá y no me quedó otra opción que ser ‘scort’. Un pana maracucho me ayudó y gracias a él tengo varios clientes fijos. Ya no tengo que preocuparme, me alcanza el dinero para pagar el apartamento, mi nueva carrera universitaria en una ‘U’ privada y para enviarle dinero a mi familia en Venezuela”, narra el chamo, cuyo nombre omitiremos por respeto y confidencialidad.
A medida que avanzaba la entrevista, sus manos temblaban al tiempo que confesaba: “He hecho cosas que nunca pensé hacer: Sexo oral a hombres, dejar que me penetren, tríos, he participado en orgías, me he drogado, me han drogado, he asistido a fiestas… No te puedo decir quiénes son mis clientes, pero si te puedo decir que he atendido políticos, empresarios, embajadores y también mujeres muy conocidas aquí en Panamá. La mayoría son gente adulta y piden cosas que ¡coño, son verdaderas depravaciones!”
Jerga de la depravación
En la prostitución masculina hay toda una jerga para describir diversas posiciones y prácticas sexuales. Por ejemplo: El activo es aquel que hace el papel del hombre. El pasivo es quien hace el papel de la mujer. El Versátil tiene ambos roles.
El prostituto que ofrece la “lluvia dorada” es aquel que orina o da de beber su orine al cliente o viceversa. También hay prostitutos que ofertan el “sexo a puño” que consiste en penetrar o dejarse penetrar sin preservativo. Igualmente están aquellos que ofrecen su semen en cualquier parte del cuerpo que quiera el cliente, pero con un costo adicional al sexo en sí. Cada servicio tiene un costo y si es depravación, los precios son más altos. Algunos cobran desde $500 hasta varios miles de dólares por una sola noche o por ser acompañantes de viajes de negocios o vacaciones.
Problema de salud social
Para el doctor Orlando Quintero, dirigente de la Fundación Pro Bienestar y Dignidad de las personas afectadas por el VIH/Sida (Probidsida), la prostitución masculina “puede llegar a ser un problema mayor de salud pública en Panamá porque muchos de estos hombres jóvenes, que están en su edad productiva, están propensos a ser contagiados con enfermedades de transmisión sexual”.
Quintero consideró que es necesario tener mayores controles de salud con la prostitución masculina, tal como se hace con la prostitución femenina donde semanalmente las trabajadoras sexuales acuden a sus chequeos médicos preventivos.
Fantasía de los 4 negros
Esta es la historia de un taxista, pero no la que canta Ricardo Arjona. Este es panameño y de la etnia negra: “Una vez iba yo ruleteando y llevaba en el taxi a dos pasieros. De repente me para una doña y me dice que iba para Paitilla. Cuando se subió al taxi, ella ve a mis amigos y nos dice: ‘¡Ay Dios mío! Se me va a cumplir mi fantasía, lástima que son tres porque yo quiero con cuatro negros’. Todos nos echamos a reír y ella dijo que no era relajo, que estaba hablando en serio. Uno de los dos pasieros le dijo a la doña que si ella quería cuero tenía que bajarse del bus con una ayudita pa’ los tres. La doña aceptó. Nos fuimos a un push, le dimos su tanda, ella nos pagó a los tres. Yo los fui a dejar a ellos a la construcción donde trabajaban y a ella la dejé en Paitilla… No te asombres, pollo, esto es más común de lo que te imaginas… Vete un día a Patilla, a Punta Pacífica o Avenida Balboa, a eso de las 4:00 p.m. y verás a los manes de la construcción subiéndose a carros de lujo. Algunos con doñas y otros revolviendo lodo, pero los manes recogen su billete… pa’ qué sepas…”