«Mi hija no mató al señor Próspero»: El desgarrador testimonio de Yaira Reina, madre de Aleyssa Douglas, la joven que clama inocencia en el caso del acarreo F1
Por Javier Collins Agnew / La Verdad Panamá
Han pasado más de dos años desde que Aleyssa Douglas fue privada de su libertad, situación que para su madre, Yaira Reina, cada día que transcurre es una tortura que se acumula, como una herida que no cierra y que la justicia no alivia.
Este no es un simple caso judicial, es según la denuncia de Reina, el reflejo más crudo de un sistema que, lejos de proteger a los inocentes, los aplasta bajo el peso de la indiferencia y la pobreza.
En una valiente declaración pública, Yaira rompe el silencio que ha envuelto al caso conocido como el «Acarreo F1», un expediente judicial que investiga el asesinato de un conductor de acarreo, y donde la figura de su hija ha sido convertida, según dice, en el chivo expiatorio perfecto.
“Mi hija cumplió el 24 de marzo dos años detenida”, empieza diciendo, con la voz cargada de dolor. “Después de tanto sufrimiento, de tantos atentados que parecían dirigidos a matarla, golpes, peleas, hasta tener que dormir en el baño de la prisión, mi hija no solo fue vulnerada, sino que dio a luz a su bebé en condiciones infrahumanas. La niña nació fracturada, con problemas estomacales”, relata con rabia contenida.
El contexto del caso: una banda y un crimen premeditado
El caso que mantiene a Aleyssa tras las rejas comenzó en el sector de Chilibre. Según la investigación judicial, una banda criminal contactó al señor Próspero para solicitar un servicio de acarreo en esa zona.
Lo que parecía ser un traslado rutinario, se convirtió en una emboscada mortal: al llegar al punto acordado, los delincuentes le quitaron la vida brutalmente, con el objetivo de robarle el vehículo, su dinero, y posteriormente vender el auto en Costa Rica.
La frialdad del crimen estremeció a la opinión pública. Sin embargo, lo que más indigna a la familia Douglas es que, pese a que los autores materiales fueron detenidos y que en sus declaraciones mencionaron a otras personas ajenas al círculo íntimo de Aleyssa, la joven madre fue involucrada de manera directa, sin que existan pruebas contundentes que justifiquen su imputación.
“Dos de los muchachos que están detenidos dijeron que la responsabilidad recaía en el sobrino del señor Próspero, pero esa parte nunca salió a la luz, nadie dijo nada”, denuncia Yaira.
“Me imagino que se pusieron de acuerdo o están pagando para que la persona que armó el caso lo hiciera directamente contra mi hija.”, sostuvo.
Según cuenta, Aleyssa fue blanco fácil: hija de una cocinera, sin los recursos para pagar una defensa privada, quedó a merced de un sistema que dice parece castigar más la pobreza que la culpabilidad real.
“Le están imputando todos los cargos a ella. Mi hija no mató al señor Próspero. Con tantos hombres en esta organización, una mujer no sería capaz de darle muerte a un varón. Difícilmente…”, insiste su madre, con lágrimas contenidas.
Una madre que no se rinde
La historia de Aleyssa no es solo la de una mujer acusada, sino también la de una madre que lucha contra el tiempo, la desesperanza y un sistema judicial que, según denuncia, nunca protegió ni a ella ni a su hija. “Siempre fueron vulneradas, y nadie hizo nada por eso”, lamenta Yaira.
Ahora, con el expediente cerrado y la etapa de juicio acercándose, la familia teme que las irregularidades que han señalado durante todo el proceso terminen sellando un destino injusto para Aleyssa. No piden favores, aclaran, solo justicia verdadera.
Este caso pone nuevamente bajo la lupa las falencias del sistema judicial panameño, donde la combinación de la falta de recursos y la marginación social puede convertir a cualquier ciudadano en víctima de un proceso que lo arrastre sin defensa ni garantías.
“Que se sepa la verdad”, clama Yaira. “Que el país escuche mi voz, porque mi hija es inocente. No puede ser que por no tener plata para pagar un abogado, la quieran hacer cargar con una culpa que no es suya.”
La familia de Aleyssa Douglas sigue esperando que las autoridades no solo escuchen, sino que actúen para garantizar un proceso justo. Porque, como sentencia Yaira Reina, “no descansaremos hasta demostrar la inocencia de mi hija”.