Panameños no se capacitan, extranjeros se tomarán el país
Edmundo Dante Dolphy / La Verdad
A la advertencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la dirección que la economía panameña sufre una desaceleración, con un crecimiento de 6.2 por ciento, debajo del 6.6 por ciento esperado, se agrega otro factor negativo y que apunta a la imperiosa necesidad de importar mano obra.
En efecto, el panorama se complica debido a que del 28 al 45 por ciento de los nuevos empleos a generarse por la economía entre los años 2013 y 2025, se requerirá la importación mano de obra, según Nathan Associates en informe elaborado a la Autoridad del Canal de Panamá sobre el impacto económico de la expansión del canal.
Esta situación presenta un panorama sombrío debido a que el efecto de la mano de obra importada es que algunos trabajadores domésticos sean despedidos o no puedan encontrar empleo, en virtud de que sus salarios esperados son más altos que el de los trabajadores extranjeros.
Cobra fuerza informalidad laboral
Ambos fenómenos ya están ocurriendo, agravando la sistemática exclusión de jóvenes de estratos bajos el acceso a empleos estables, condenándolos a una vida de eventuales, “camarones” e informalidad laboral. Esto obviamente, los conduce a formar la fila de ciudadanos de segunda categoría ante la imposibilidad de acceder a créditos que le permitan una mejor condición de vida. En el peor escenario, el futuro de estos muchachos estará marcado por la exclusión y marginación social, el pandillerismo y la delincuencia, sostiene el consultor René Quevedo.
Ante esta perspectiva, no es sorpresa que el 83 por ciento de los jóvenes en nuestros barrios sienta que sus perspectivas laborales no han mejorado, según establece el “Estudio de Percepción y Violencia en Panamá” de USAID.
Capacitación laboral no es efectiva
Para René Quevedo, la capacitación laboral no está cumpliendo con las exigencias del mercado laboral, generando empleo sostenible o preparándonos para el futuro. Peor aún, su impacto sobre la empleabilidad no se mide, poniendo en duda la pertinencia y rentabilidad de la multimillonaria inversión formativa.
Un muy reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo titulado; “Capacitación y Reclutamiento en los establecimientos de Panamá”, señala que sólo 8.6 por ciento de las empresas panameñas capacitan a su personal (48.9 % en Costa Rica, 56.7% Colombia, 45.1% México). Paradójicamente, al ser cuestionadas sobre las razones principales para despedir personal, un 70% cita “baja productividad”.
De esto podemos colegir que por un lado, nuestro sistema educativo no está produciendo las competencias y habilidades que el sector productivo demanda, mientras que por el otro, una vez contratados estos trabajadores, las empresas nacionales no están creando los mecanismos a través de los cuales estas competencias puedan se desarrolladas con experticia para elevar la productividad. Esta situación representa una seria amenaza para la estabilidad económica, paz y equidad social en Panamá, indica Quevedo.
Urgen iniciativas
Debe existir una relación concomitante entre Gobierno y empresa privada para mejorar los niveles de la calidad del recurso humano y su inserción en el mercado laboral.
Se requiere de esfuerzos adicionales, uno de ellos parece ser la alianza del Gobierno con gremios y organismos multilaterales con proyectos orientados a promover la creación de espacios laborales sostenibles para jóvenes. Entre estos destaca la Alta Comisión de Empleo que bajo el lema “Aumentar el empleo, la productividad y la inclusión social con más y mejor formación técnica y profesional”, ha logrado articular 19 acciones orientadas a lograr empleo juvenil sostenible
Otra acción pintada de gran interés lo representa el proyecto NEO (Nuevos Empleos y Oportunidades) promocionado por el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del Banco Interamericano de Desarrollo y el sector privado, con el cual se espera crear un millón de empleos juveniles en toda Latinoamérica y que debió iniciar en Panamá.
Observamos con optimismo estos proyectos, sin embargo, en la realidad el escenario no es halagador frente a la incertidumbre de miles de jóvenes que salen de las aulas con la esperanza de obtener un “buen” empleo, no obstante, su escasa formación ya es un impedimento, el idioma inglés es otro de los obstáculos y el enfoque académico a nivel universitario de incentivar a la búsqueda de empleos y no a la formación de emprendedores se convierte en otro escalón difícil de subir.