Periodistas; “El único ejército que mata a sus heridos”
Por: Aquilino Ortega Luna.
Los “periodistas” son el único ejército que mata a sus heridos. Que verdad más profunda y verdadera y a la vez extremadamente triste.
Mientras los abogados y médicos, pese a sus diferencias profesionales y políticas se defienden entre ellos a “capa y espada”, los “profesionales de la pluma” buscan estrategias para derribar y contarle los diez segundos en el piso, cuando caen, a sus homólogos durante el acontecer periodístico diario.
Pareciera ilógico y contradictorio, pero hay más mérito para algunos periodistas en desmentir a un colega y dejar en evidencia su incapacidad para manejar una información, que publicar una primicia noticiosa, que remueva los cimentos del país.
Y aunque parezca increíble, algunos periodistas hasta celebran cuando sus compañeros de batalla y de frente informativo en la línea de fuego, son objetos de demandas y querellas penales millonarias por un “patinazo noticioso”.
Hoy muchos miran de soslayo la desgracia informativa de otro periodista, pero paralelamente la promueven de forma sigilosa y sutil por las redes sociales.
Los cantos de sirena, el descrédito y escarnio mediático de sus similares, son orquestados y proclamados por algunos periodistas, de forma parecida a unas fiestas patronales pueblerinas.
Enlodar la reputación del que falló, sobre todo si es periodista o comunicador, se ha convertido prácticamente en un deporte nacional, para un periodista sin escrúpulos, que renunció a su vocación primaria de condenar los ataques contra la libertad de expresión e información en el país.
Los que nos movemos en la esfera noticiosa regularmente, enfrentamos un combate encarnizado contra la delincuencia, la corrupción y la violencia en las calles.
Adicionalmente, libramos una lucha sin cuartel de “máscara contra cabellera”, contra los intensos tranques vehiculares y la penosa situación económica, problemas que se incrementan con las confrontaciones verbales y escritas propiciadas por algunos periodistas, que cambiaron la objetividad por el odio y el resentimiento.
Ni los propios periodistas, parecieran alegrarse con los triunfos de otros colegas, cuando alcanza un premio a su esfuerzo y dedicación.
Empero, todos carburan y celebran los escándalos, donde se ve inmerso algún periodista, directa o indirectamente, sobre todo si rasguña su reputación frente a la opinión pública.
Se han hecho una costumbre los reclamos a los periodistas o medios por indemnizaciones económicas por casos de calumnia e injurias, o delitos contra el honor que suman cifras millonarias.
Triste realidad que nos explota en la cara, frente a la cual se despunta una marcada indiferencia de otros profesionales del periodismo, para los que atacar a sus colegas no es una opción, sino una regla.
Las demandas civiles con indemnizaciones exorbitantes contra medios de comunicación social, comunicadores o periodistas, se han convertido en una herramienta de intimidación, hostigamiento y autocensura, que busca silenciar el noble ejercicio del periodismo.
Aunque parezca mentira, observamos a colegas periodistas reclamando pronunciamientos contundentes tanto del Ministerio Público como del Órgano Judicial en contra de sus colegas, cuando se equivocan noticiosamente o meten la pata.
Con estas actuaciones de periodista contra periodistas, se violentan los derechos fundamentales consagrados en la “Carta Magna” los cuales protegen la libertad de expresión, columna fundamental donde se ampara y sostiene el pensamiento y los principios democráticos.
Los periodistas somos el único ejército que abandona a sus soldados heridos en medio de la batalla, y no solo los abandona, sino que se ocupa de que queden bien muertos cuando son derribados y caen. Increíble pero cierto!
Y lo triste al final, son los periódistas que se ponen la “camiseta política” durante cinco años, se transportan al espacio sideral, esttaterrestres de la noticia!
No costestan llamadas, le sacan “tarjeta roja” de desoido a otros colegas de la especie, como si el nuevo puesto es para siempre y nunca más volverán a patear calles.
Como dice el sonero local Rubén Blades, todos vuelven al lugar donde nacieron y los periodistas, no somos la excepción!