Enfoque Global

Por qué quedan países en Centroamérica que no rompen relaciones con Taiwán a favor de China

El Salvador justifica su decisión de dar la espalda a Taiwán y establecer relaciones con China por “el desarrollo de la economía y la atracción de inversiones”.

“Es fundamentalmente un interés de apostarle al crecimiento de nuestro país con una de las economías más pujantes del planeta”, dijo el secretario de Comunicaciones de la Presidencia, Roberto Lorenzana.

El país centroamericano se convierte en el tercer país que adopta esa política tras República Dominicana, que en mayo cortó lazos con Taiwán después de casi 80 años, y Panamá, uno de los aliados más antiguos de la isla independiente, que hizo lo mismo en junio del año pasado.

Tras la decisión salvadoreña, la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, aseguró que su país no cederá a la presión china al tiempo que describió la decisión de El Salvador como una prueba más de los esfuerzos de Pekín para exprimir a la isla.

“Recurriremos a países con valores similares para luchar juntos contra el comportamiento internacional cada vez más fuera de control de China”, afirmó.

Ahora Taiwán tiene relaciones formales con sólo 17 países en el mundo, muchos de ellos pequeñas y pocas desarrolladas naciones en Centroamérica y el Pacífico, incluidos Belice y Naurú. En América Central, cuenta con el apoyo de Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Hace más de un año, Panamá justificó su decisión alegando que “la República Popular de China es un Estado que por sí solo representa el 20% de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo”, recordó en su momento el presidente Juan Carlos Varela.

La decisión dominicana fue rechazada por las autoridades de Taiwán, que la achacaron a los “incentivos financieros” de China.

“Nuestro país es el segundo socio comercial para China de la zona caribeña y Centroamérica”, con este y otros argumentos fundamentalmente económicos justificó República Dominicana el establecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín. Y haberlas roto con Taiwán.

Aunque para muchos la verdadera sorpresa no ha sido tanto que estos países hayan optado por estrechar vínculos con la superpotencia asiática, sino que hayantardado tanto en hacerlo.

¿Y por qué todavía no han hecho lo mismo los otros países de Centroamérica, donde todavía se concentra buena parte del limitado apoyo diplomático con el que cuentan las autoridades en Taipéi?

Cuatro de 16

Efectivamente, con la deserción salvadoreña ya son nada más 16 los países que reconocen a Taiwán como Estado soberano y cuatro de ellos están en Centroamérica: Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua.

Y esta decisión no les bloquea tener relaciones diplomáticas con China, que considera a la isla una provincia renegada y ha hecho de su aislamiento internacional uno de los pilares de su política exterior.

Los países centroamericanos, sin embargo, decidieron no reconocer a las autoridades de Pekín luego de que estas se quedaran con el asiento de China en Naciones Unidas en 1971, en buena medida por el anticomunismo de los gobernantes de turno.

Y luego Taiwán se encargó de cultivar la relación a punta de chequera, al extremo de que en la región abundan las evidencias de la generosidad de Taipéi.

“En Nicaragua, la mitad de los edificios públicos fueron pagados por Taiwán. También es el caso de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador”, Colin Alexander, autor del libro “China y Taiwán en Centroamérica”.

Según el profesor de la Universidad de Nottingham Trent, durante casi toda la Guerra Fría -y hasta bien entrados los 90- Taiwán también fue una importante fuente de apoyo financiero para las diferentes cancillerías de la región.

Y los escándalos de corrupción como el del expresidente Alfonso Portillo, en Guatemala, o el de la denominada “Cuenta Taiwán”, que involucra a varios exmandatarios salvadoreños, también dan una idea del alcance de su cooperación.

Según Alexander, aunque Taiwán niega seguir practicando la ‘diplomacia de chequera’, la práctica -si bien no tan prevalente como antes- se mantiene.

Y un factor igual de importante tal vez sea que el mayor pragmatismo chino también le permite a los centroamericanos no tener que elegir entre las oportunidades económicas vinculadas al crecimiento de China y el dinero facilitado por Taiwán.

Flexibilidad china

Efectivamente, como destaca Alexander, China se ha vuelto más flexible en su política exterior y prioriza lo económico por encima de lo ideológico.

“Un buen ejemplo es que apoyó la expansión del Canal de Panamá antes del restablecimiento de relaciones”, recuerda el experto, para quien el eventual apoyo de Pekín a proyectos como el de un ferrocarril interoceánico en Honduras o un nuevo canal por Nicaragua no necesariamente pasan por la ruptura de relaciones con Taiwán.

De hecho, para Alexander, no hay que perder de vista que en materia de política exterior, lo que verdaderamente le importa a China es su relación con Taiwán, en la que los países centroamericanos son meras piezas.

Y, como ejemplo, recuerda que en 2009 tanto Panamá como El Salvador trataron de restablecer relaciones con China, y fue la propia Pekín la que les dijo que no.

La razón fue que en ese momento existía una especie de “tregua diplomática” con Taiwán propiciada por la llegada al poder de un partido menos hostil a la idea de una sola China que el nacionalista Partido Democrático Progresista.

Así que el regreso de esta agrupación al poder, el año pasado, podría presagiar otras deserciones, como la que ya consumó Panamá.

¿Efecto dominó?

En el caso Centroamericano, Alexander señaló como el candidato más probable es El Salvador, por los lazos históricos y afinidades ideológicas entre el gobernante FMLN y el gobierno comunista de Pekín.

Y efectivamente la predicción se cumplió esta semana, con la decisión del gobierno salvadoreño de romper con Taiwán y iniciar relaciones con China.

Y el menos probable, Guatemala, que en enero de 2017 condecoró la Orden del Quetzal -el máximo galardón del país- a la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen.

“La pregunta que verdaderamente importa no es si otros países van a abandonar a Taiwán, sino ¿qué cambiaría si Taiwán se queda sin aliados?”, dice Alexander.

“Y la respuesta es ‘muy poco’. Porque el apoyo que verdaderamente importa es el de EE.UU., la UE”, responde el investigador escocés.

“Los aliados que tiene Taiwán son sus aliados porque no son poderosos. No es coincidencia”, concluye Alexander.

En otras palabras, tal vez a Centroamérica cada vez se le dificulte más ignorar a China.

Pero no pasa lo mismo al revés.