“Reflexiones sobre: “Mala entendida evolución del Folklore Social”
Por: Profesora Norma H. de Testa / Especial para La Verdad Panamá
El establecimiento de barreras infranqueables que impiden el desarrollo natural, original y tradicional de sectores de especial interés social y educativo, tales como: escuelas oficiales y privadas, universidades, ministerios, e instituciones estatales empresas privadas entre ellas las televisoras, que por ley tienen el compromiso y obligación con el pueblo de destacar nuestra cultura de forma natural y correcta , presentando agrupaciones folklóricas que proyecten los esenciales mininos de nuestro folklore social, de manera que no difundan ideas equivocadas y distorsionadas.
Este año nuevamente la ciudad de las Tablas albergara miles y miles de panameños y visitantes en el desarrollo del Desfile de las Mil Polleras, esperamos que nuestras reflexiones sirvan de ayuda a aquellos personajes que tienen a su cargo la organización de este tan esperado evento.
Iniciamos con la camisilla de Holán de hilo santeña (tableña), vestuario de gala del hombre que lleva alforzas horizontales y encontradas tanto adelante como en la espalda, holgadas, igualmente en los bolsillos y la empuñadura de las mangas, la cual se acompaña con botonadura de oro y sombrero pintado santeño acompañándolo con un cordón hecho en carretilla con el ala extendida.
Y no debe presentarse con metidos tejidos y bordados de colores acompañada con cutarra y sombrero pintado a la pedrada. Sus zapatos deben se negros o chinelas no con cutarra y menos con sandalias, este es un zapato de trabajo que se utiliza en la faena diaria en el campo.
Cada región del pais tiene sus propios vestidos típicos. La pollera de lujo santeña de labores a colores o totalmente blanca (de boda) debe usarse con tembleques blancos pequeños, y de movimiento (tembleques). Es de rigor antes de poner los tembleques, van en su orden dos pares de peineta de brillo o de balcón, el peinetón y la pajuela, es preciso aclarar que la peineta roba corazón es ocueña. Hoy día han sido reemplazados por flores grandes rígidas y en cantidad exagerada, qué simulan un verdadero casco que cubre la cabeza y parte de la cara.
El tejido de mundillo es propio de la pollera santeña, ninguna otra pollera del país, usa este complemento, tanto en la pollera montuna campesina; como en la pollera de lujo o de gala.
Últimamente el tejido de mundillo se ha adulterado, confeccionado en hilos de colores, en donde se ha eliminado el blanco.
Si la pollera de lujo tiene fondo blanco de tela de holán de hilo, el mundillo debe tener fondo blanco para que se aprecie su labor o diseño.
Los diseños de la pollera que deben ser ramos de flores, y botones de la misma planta, deben ocupar la tercera parte del paño blanco, del cuerpo y del susto del pollerón y de las arandelas de la camisa.
Siendo en la primera arandela la labor más angosta, de manera que con la trencilla de mundillo y el encaje valenciano no tape la labor de la segunda arandela. Se están haciendo excesivamente ancho tanto en las arandelas de la camisa, como en el cuerpo y susto del pollerón, usando muchas veces colores que no combinan y motivos que no permiten conocer realmente el detalle de la labor. Antes la pollera se confeccionaba con las medidas de la dueña y se usaba una pieza angosta de encaje valenciano para la camisa y otra pieza de encaje ancho valenciano para el ruedo del pollerón.
Hoy las camisas resultan grandes con arandelas sumamente anchas y los pollerones pesados por la cantidad de tela que exigen en su trabajo, esto trae consigo mayor cantidad de tela, mundillo y de encajes valencianos, lo que ha encarecido su valor.
Toda pollera de gala santeña exige dos enaguas una mas trabajada que la otra.
Con metido de talco en sombra y tejido en gancho, o crochet, trencilla y encajes.
En el pasado las joyas tenían preferentemente corales y perlas y el máximo era de 7 cadenas, botones de enaguas en la cintura, las hebillas en los zapatos y las pulseras torcidas.
En la actualidad en el uso de las joyas de la pollera santeña se percibe una verdadera ostentación llevando la empollerada una cantidad exagerada de prendas, especialmente cadenas sobre el pecho, aretes y gargantillas fuera de lo normal, con piedras de distintos colores, cuando puede ser de un solo color.
La Basquiña, la Camisola y la Chambra son polleras de uso diario doméstico y su pollerón es menos ancho que el de la montuna santeña (pollerin) y no debe usarse para bailar ni participar en desfiles.
Es incalculable el progresivo deterioro de la pollera en mención ya sea está a consecuencia ajena a nuestra voluntad, arguyendo que la persona que la va a usar la exige en esa forma, cuando la artesana es la persona que conoce de su corte y confección.
La indiferencia popular por la “mala entendida evolución “propicia la adulteración de este arte vernacular, lo que exige de parte del Estado, tomar las providencia que garanticen su invulnerabilidad.
Si todos nos proponemos podemos lograr con respeto y admiración por nuestra pollera santeña que es la más afectada, pero la más deseada y usada por la mujer panameña en todos los concursos que se realizan en el ámbito nacional. Podemos volver a nuestro traje típicos ancestral o tradicional donde nuestras abuelas se vestían con pocas prendas, flores naturales y solo la belleza natural de cada una de ellas engalanaban cada fiesta de ocasión, patronales, carnaval, tradición, baile o porque no, ¡Nuestro desfile de las mil polleras!