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Un carnaval canalla con la gente que quiere echar pa´lante

Edmundo Dante Dolphy / La Verdad Panamá

El carnaval de la ciudad capital cada año se diseña para un grupo selecto que con la pálida excusa de mostrar un producto de exportación, margina a los panameños humildes que  mediante la venta de comida, bebidas y productos procuran  llevar algo de dinero a sus hogares.

El negocio está en  concentrar los puestos de venta de bebidas  alcohólicas y comidas para los organizadores del desenfreno y el jolgorio, tirando al ostracismo de una avenida Balboa a los  vendedores que en su momento madrugaron y quizás durmieron  en los predios de la alcaldía para obtener su permiso.

Fue una canallada lo que hicieron  con estos vendedores que pagaron 124.62  dólares  para la instalación del servicio  de energía eléctrica  en cada uno de los kioscos, al margen del desembolso  realizado para  los demás permisos  que  se exigen para  “estar  en la jugada”. Es  inadmisible, irresponsable  y negligente que desde  el viernes  estos hijos  del pueblo no  pudieran desarrollar  su actividad  por la falta  de  conexión de la energía, -hasta anoche-  lo cual  fue  reconocido por el “pésimo”  administrador de la Autoridad de  Turismo.

“He vendido  14 dólares  y he gastado 60 dólares  en hielo para mantener en buen estado los alimentos”, expresó de manera  impotente  una  vendedora. Mientras  tanto, la Autoridad de  Turismo  y la empresa  de  energía eléctrica no salen de las excusas  sin resolver el problema que ahoga  a familias que necesitan ingresos para afrontar los gastos escolares  que ya les respiran en la nuca.

La agonía y desesperación los empuja hacia la pared si a esto le  agregamos la patrulla sanitaria  encabezada por Israel Cedeño de la Región Metropolitana de Salud  que, aunque incomode y estrese, debe hacer cumplir con las normas básicas  de salud  y en esta misión no les queda de otra que  retirar  los alimentos  en mal estado. Otro clavo en el ataúd de estos comerciantes que, con suerte, quizás vean algo de ganancias en el ocaso del carnaval.

Un carnaval salpicado de sospechas en materia de contratos, un carnaval de casi dos millones de dólares que quedarán en las cuentas bancarias de los mismos  personajes; pateando a la gente  que ve en estos cuatro días una  esperanza de “recoger” algo para el refine y la mochila de los pela´os.